
Hay quienes piden el amor a gritos y se perforan el alma
En busca de su luna fiel y encuentran un acantilado despavorido
Alimentando demonios absurdos extraños de facha miserable
Hay quienes se escurren bajo el alero de la sombra
Pretextando el amor como infortunio
Ladinos y ventajosos que son cuando asoma el tierno césped de la voluntad
Anquilosan su venia con desdén y se curan en salud sobre el andén del viento
Yo no quiero nada yo no pido nada
Solo que me dejen escuchar ahora mismo la armonía de la luz
Derramándose absoluta y sin misterio
Sobre la evidencia de lo sublime.
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