10.12.06

Motivos del fandango.


En mi aldea, los mecánicos leen a García Márquez, los panaderos escuchan a Mozart y los tablajeros adornan sus expendios con carteles de La Gioconda. El parlante de la colonia, después de informar como amaneció el precio de la tortilla en el mercado de valores, carraspea el Himno al amor en la voz inmortal de Edith Piaf. Para compartirles como la Revista Fandango ha roto la maldición de los tres números, les contaré como los pescadores de Puerto Ángel que así se llama la casa de ustedes, nos enseñaron a perseverar: si después de palomear por mediodía a un atún aleta amarilla de sesenta quilos de peso, este, al llegar a la borda, por una mala maniobra se zafa y vuelve invicto a las lonjas acuosas del mar; dicen con inusitada comprensión: no era pa`l sartén.

Bueno, pues fandango se ha freído once veces en los aceites y menjurjes de la costa oaxaqueña, sin menospreciar aderezos de otros ámbitos de la cultura universal. Nos hemos mantenido durante cuatro años como publicación independiente, hasta donde el concepto lo permite, con la asignación de recursos del Pacmyc por dos veces, apoyados por La Unidad Regional de Culturas Populares e Indígenas en Puerto Escondido Oaxaca y la beca Edmundo Valadéz por una ocasión y el resto con el producto de las ventas y en menor proporción de la publicidad. En nuestro medio, dónde no hay un programa consistente de respaldo a las publicaciones culturales, donde hay que volverse santero para invocar los beneficios de la fortuna, donde se promulgan leyes excluyentes por zafias en relación a la cultura, donde a los gobiernos les importa un bledo la lectura, principalmente porque genera conciencia, emprender un proyecto editorial es un reto, casi como el que desafiaron Jasón y los argonautas, cuando acompañados por la lira de Orfeo, fueron en busca del vellocino de oro. Para nosotros ese vellocino áureo es la identidad, el reconocimiento de nuestros valores y formas de convivencia. La cultura como espacio abierto, donde Kafka pueda bailar también la Danza de los Diablos sobre la greda tórrida de Collantes, dónde el congoleño dios Ruja se echa sus curados de guaco con los Ndosos, Cosijo, Tláloc y La Serpiente Emplumada.

Cuando definimos el nombre de nuestra publicación, unas doñas con buena intención, sugirieron “vanidades” o “eres” un don dijo que “plural” o “vuelta” podrían estar bien, aclaramos que esos ya eran nombres usados, en eso llegó Tío Chicho dejando caer su carga de leña, y viendo tanta gente aglomerada inquirió “¿A poco va a haber fandango? Y se le quedó así: Fandango: voces de la diversidad de los pueblos costeños. ¿Qué pueblos costeños son esos de voz diversa y espíritu fandanguero? Pues, el pueblo negro, el mixteco, el amuzgo, el chatino, el zapoteco, el chontal, el huave y las obligadas combinaciones que nos produjeron a los otros, o sea saltapatrases, mulatos, mestizos, yopes y cochos. Este conglomerado de almas resiste en la franja litoral de nuestra patria, los embates de la exclusión de los exegetas del Plan Puebla Panamá que, afortunadamente, no se saben bien el nombre de Borges y confunden el sexo de Tagore. Les comento que en nuestro territorio, los burros son sabios; los costeros andan chirundos y los cerreros por loshos usan cotorina. No se asombren, recuerden que uno de los hitos de la literatura lo protagoniza un jumento de nombre Rucio que, cuando la antojada pluma de Cervantes así lo dispuso, hizo mutis en la doxa proverbial del Hidalgo Ingenioso.

Así vivimos nuestro fandango, con optimismo, esperando que las fraguas y sobre todo los yunques pasen a ser un intrascendente bemol de la historia contemporánea. Seguiremos dándole páginas a nuestra experiencia, de eso se trata, por lo pronto hemos sabido que nuestra publicación empieza a ser útil en las escuelas, en los talleres, con los artesanos, con los taxistas entre los cuales tal vez no encontremos un Quijote pero sí muchos sanchos. Los de mi pueblo, me dijeron que manifestara, nuestra solidaridad con los obreros siderúrgicos de Lázaro Cárdenas, con los mineros de Pasta de Conchos, con los Comuneros que se oponen al proyecto hidroeléctrico de La Parota en Guerrero, con los indígenas chiapanecos del Movimiento Zapatista y, de manera especial, con Elenita Poniatowsca que desde La Noche de Tlatelolco nos ha puesto en alerta contra la estulticia de los bárbaros.

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