
En mi aldea, los mecánicos leen a García Márquez, los panaderos escuchan a Mozart y los tablajeros adornan sus expendios con carteles de
Bueno, pues fandango se ha freído once veces en los aceites y menjurjes de la costa oaxaqueña, sin menospreciar aderezos de otros ámbitos de la cultura universal. Nos hemos mantenido durante cuatro años como publicación independiente, hasta donde el concepto lo permite, con la asignación de recursos del Pacmyc por dos veces, apoyados por
Cuando definimos el nombre de nuestra publicación, unas doñas con buena intención, sugirieron “vanidades” o “eres” un don dijo que “plural” o “vuelta” podrían estar bien, aclaramos que esos ya eran nombres usados, en eso llegó Tío Chicho dejando caer su carga de leña, y viendo tanta gente aglomerada inquirió “¿A poco va a haber fandango? Y se le quedó así: Fandango: voces de la diversidad de los pueblos costeños. ¿Qué pueblos costeños son esos de voz diversa y espíritu fandanguero? Pues, el pueblo negro, el mixteco, el amuzgo, el chatino, el zapoteco, el chontal, el huave y las obligadas combinaciones que nos produjeron a los otros, o sea saltapatrases, mulatos, mestizos, yopes y cochos. Este conglomerado de almas resiste en la franja litoral de nuestra patria, los embates de la exclusión de los exegetas del Plan Puebla Panamá que, afortunadamente, no se saben bien el nombre de Borges y confunden el sexo de Tagore. Les comento que en nuestro territorio, los burros son sabios; los costeros andan chirundos y los cerreros por loshos usan cotorina. No se asombren, recuerden que uno de los hitos de la literatura lo protagoniza un jumento de nombre Rucio que, cuando la antojada pluma de Cervantes así lo dispuso, hizo mutis en la doxa proverbial del Hidalgo Ingenioso.
Así vivimos nuestro fandango, con optimismo, esperando que las fraguas y sobre todo los yunques pasen a ser un intrascendente bemol de la historia contemporánea. Seguiremos dándole páginas a nuestra experiencia, de eso se trata, por lo pronto hemos sabido que nuestra publicación empieza a ser útil en las escuelas, en los talleres, con los artesanos, con los taxistas entre los cuales tal vez no encontremos un Quijote pero sí muchos sanchos. Los de mi pueblo, me dijeron que manifestara, nuestra solidaridad con los obreros siderúrgicos de Lázaro Cárdenas, con los mineros de Pasta de Conchos, con los Comuneros que se oponen al proyecto hidroeléctrico de
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