6.4.07

Azabache
















Ayer, sólo ayer, por esta misma historia me rodearon tus ojos. No pude sustraerme al encanto de tus labios, rojos como un crepúsculo teñido por el sol en retirada. Pero fue tu pelo, intensamente negro, el que decidió mi vida. Ah, los año por venir, quién pensaba en eso, nunca el presente latió en nuestras sienes, tan seguro, con un ligero aspaviento de eternidad. Primero la vigilia, luego el sueño dulce como tus besos y, al final, el despertar. Tus brazos envolviéndome como tallos de enredadera, haciéndome florecer hacia los cuatro puntos cardinales. Nadie sabrá el final de esta historia, nadie, solo una canción que la dice con sordinas y trémolos, una voz y esta copa que aturde.

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