14.4.11

Pata gambá

Estos eran dos poetas, uno del Istmo y el otro también de ahí. Se subieron a un autobús, comieron, y leyeron sus poemas a un público dilecto y selecto, el de la poesía. Lo que haya durado esa jornada metaforescente, no evidenció el dislate posterior. Al más lobo de los poetas se le olvidó que había estado en aquesta tribuna leyendo sus parrafadas (de párrafo, por favor), cosa que el más asís de los poetas jamás olvidó. El poeta evolutivo solicita que se le aclare porque no estuvo ahí, aún cuando ni siquiera se bebió una helodia, porque no lo acostumbra; a lo que el poeta guardador de rebaños contestó: “yo tampoco te vi, porque no hiciste el trayecto de regreso, en el autobús de ida”. El poeta que evolucionó del mito, calumnió simpáticamente a las burocracias transparentables, y solicitó un simulacro bien organizado para salvar a la patria. Como ya es tiempo que yo refiera la saudade del poeta fonoteco, solo agregaré que está aquí, degustando conmigo un sabroso café pluma, mientras las bulárcamas y los forros de la Nao Noa, pasan a oxidación, arrejerados en los sueños de la caravana vana. Además opino que Javier Sicilia es mi padre, mi hermano, mi hijo.


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