
Es menuda como un soplo
y tiene el pelo marrón...
Nadia busca su identidad como si esta fuera una semilla de caoba o de parota. Reivindica cada día la esperanza, como blasón incorruptible. Nadia le da de comer a tres pequeños pájaros que no conocen el frío de una jaula, porque en su corazón arde el fuego de la ternura, tan suave, tan seguro. Nadia es un colibrí moreno que no cesa de libar miel para compartirla con los amigos. A pesar de que soy un poco más alto, tengo que alargarme para verla, porque su estatura moral me rebasa: es mujer y no se da por vencida. Creo que hay entre Nadia y yo algo en común, buscamos el oro de la concordia, en estos días en que otros se van con la engañifa del oropel de la discordia.
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