
El Compay no compuso Chan chan, la soñó. El despliegue armónico, tonal y rítmico
de esos dos golpes que anuncian
la irrupción de la alegría tanto en el bajareque como en el iglú.
Creo que el Compay se equivocó al expresar que Chan chan es un sueño,
Chan chan es él, una fábula que, de boca en boca, llegó a confundirse
con los murmullos que permanecen más allá de nosotros.
Por eso Francisco Repilado nos fintó, con su gracia y salero, nunca nos dijo que Chan chan
es él. Ahora sigue bailando con Juanica. Por casi cien años creímos que solo se trataba de un segundo grave dibujado en los fondos de la primera, sustentándola; ya se tratara de Hierrezuelo o de Garzón. Chan Chan.
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