14.8.06

memoria de altanoche


Un teléfono dormido sueña las llamadas de mañana,
los sobresaltos, las buenasnuevas.
La mesa sueña otra dimensión de lo necesario:
hacen falta un mantel, una rosa.
El papel sueña grafías, el mapa de la feraz inventiva,
atributo de los transgresores del aire, los fortuitos.
Un sueño nunca es convencional. Al menos que sea inducido
por la arteria rota donde se manifiesta con terquedad la vigilia.
Es hora de dormir, oh abandonado!

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