
Ya con bastante sueño, me acoste a la orilla del charco; a un lado puse mi cadena de oro, mi reloj y la pistola. Caí como piedra. Un ruidito extraño me despertó, el reloj y la cadena ya no estaban, no así la pistola que, en la apretada oscuridad, dejaba ver su brillo metálico. Seguí el rastro por entre la hojarasca y, sorpresa mayúscula, hallé al mazunte portando mi reloj y mi cadena. Lo conminé a que me los devolviera, pero el animalito tenazudo y renuente, se negaba con especial terquedad. No me quedó otra más que arrebatarle las prendas para regresarme a dormir. Otra vez el sueño, y en seguida el ruido y el sobresalto. Pero esta vez tampoco la pistola estaba, mi temor se hizo mayor por los riesgos que esto implicaba. Ninguna huella de humano. Seguí otra vez el rastrillo entre la majagua; pues sí, el mazunte ataviado con mi reloj y mi cadena pero esta vez, también con la pistola en sus tenazas, amenazante, mohíno, resuelto a no devolverme lo mío. Opté por lo más sensato: -Da acá mazunte - le dije- sólo devuélveme el arma, vete a presumir lo demás.
2 comentarios:
Dentro de algun tiempo, o tal vez ya ha sucedido, el mazunte empistolado sera protagonista de una docena de cumbias interpretadas por el mitico Mar Azul, o tal vez, otro destino posible, sujeto de un corrido entonado en todos los jaripeos de la región por el tambien icono de la cultura pop costeña Alvaro Monterrubio y su Santa Cecilia Band. Muy bueno, lo podria agregar sin remordimiento a las historias de cronopios y de famas que escribio Cortazar.
LUIS: agrega como link de nuevo la dirección de tu blog, en el mío PF
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