Para Fer Escobar, aprendiz de mago.
…y la mujer idealizada, suspira de espaldas en el lienzo del pintor o en el verso del poeta. Mira desde la borda los afijos del agua y su pelo es una evocación de brisa y marea. Los suspiros marcan momentos de entrañable ternura, para que los tonos ocres invadan la letra y el lienzo. Ahí permanece desde la invención del amor, hasta la consumación de los siglos.
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