11.2.10

Carmina del Crucero














DENI es menuda y clara como una mariposa de luz atravesando los vestíbulos de la alegría. En la simpleza de su imagen hay una maravillosa sensación de misterio; pero no el misterio de lo oscuro, sino la interrogante de espacios rutilantes y rebosantes de color y armonía. La he visto persiguiendo esporas de algodón por los rumbos de la clase, escribiendo un relato con gestos y ademanes. La he visto declarando un río en los bordes del patio, para echar a navegar su barquito de papel. Pero, lo más hermoso, es que ella me ha llevado a reconocer y a reconocerme en la incomparable flor de la amistad. Tal vez, en el momento, yo no hubiera podido justificar la razón de mi presencia en El Crucero. Ahora, Deni es para mí como un símbolo, que no me resuelve la duda acuciante de la existencia, pero que pone un momento de felicidad en mi corazón de sombras. Por eso es tan oportuna como el magisterio de las rosas, por eso es tan entrañable como la lectura del agua, que procura sosiego a la angustia del sediento. Para cuando las flores y los astros lean esto, yo estaré frente al mar, dibujando palmares de sol sobre la arena, recordando a Deni, a la sorpresa de haberla visto capturar una sirena con la red de la imaginación.

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