4.8.11

Puerto Ángel en la historia (Apuntes monográficos)

La historia de Puerto Ángel es la historia de los asentamientos costeros que, desde antes de la conquista, permitían el intercambio comercial y cultural entre las naciones Mesoamericanas. Acapulco, Santa Cruz Huatulco y algunos enclaves del Soconusco, además de Puerto Ángel, fueron territorios de resguardo en las largas travesías que emprendieron nuestros antepasados indígenas, en pos de del oro, el ámbar, la plumería exótica, productos alimenticios y de herbolaria. Así se expandió la Nación Azteca que, a la llegada de los españoles, tenían el control y dominio de estas costas de la Gran Mar del Sur llamado, al final, Océano Pacífico. Testimonian la raíz de esta historia, los nombres de nuestros pueblos, los vestigios materiales visibles como corrales de piedra (fuertes), atalayas y rutas guardadas en la memoria ancestral de nuestros abuelos y, sobre todo, la impronta marcada en nuestros rasgos fisonómicos y en la lengua con que expresamos pensamientos, emociones y convicciones.
Los primeros pobladores del área costera del Distrito de Pochutla fueron zapotecas; se establecieron, hace aproximadamente dos mil años, en la ribera que va desde la bocabarra de Copalita hasta la de Colotepec, consolidando asentamientos humanos importantes en Huatulco, Puerto Ángel, Zipolite (probable centro ceremonial) y los Bajos de Tonameca. Estos primeros pobladores fueron desplazados hacia las laderas de la Sierra Sur, primero por los Nahoas y después por el fenómeno de la Conquista, que vino a acelerar la migración interna de los pueblos originarios de nuestra entidad, hacia el centro de la misma. Las guerras emancipadoras, obraron en sentido contrario; desde la Independencia hasta la Revolución Soberanista, el flujo de migrantes se verificó del Centro hacia las regiones periféricas, entre ellas la Costa.
A principios del siglo XX, se registraron reacomodos en los asentamientos costeros, confluyendo flujos de migración del Valle y la Sierra Sur, La Costa Negra y, en menor medida, del Istmo de Tehuantepec. Es discutible expresar hasta donde el mestizaje borró los sustratos de la identidad indígena y negra, si nuestro lenguaje, gastronomía, toponimia, formas de organización familiar y laboral, y en el caso de los pueblos costeños, los métodos y las artes de pesca, tienen que ver con esto, hablando de los señuelos de madera y hueso, arpones y chacalmatas y embarcaciones de poco calado. El re poblamiento de Puerto Ángel se verifico, gradualmente, a partir de esos primeros años y se consolidó en la década de los cuarenta con el auge del café y, posteriormente, en los setenta con la pesca de la tortuga y el ejercicio de una actividad turística incipiente. Tal crecimiento demográfico se sigue dando, con el establecimiento de escuelas de nivel medio superior y superior y el avance lento pero sostenido del turismo.
Hasta principios de los años veinte, con una población relativamente escasa, Puerto Ángel subsistió teniendo como actividad principal la pesca para el autoconsumo y comercio local. Se realizaba en canoas de una sola pieza construidas por los mismos pescadores con trozos descomunales de parota que, al irse desbastando, le daban la forma exterior e interior a estas embarcaciones; la propulsión era con remos, tallados en macuil, una especie de roble tropical. Los remos, regularmente eran dos, uno accionado en la popa, que a la vez cumplía las funciones de timón; el otro, montado sobre un tolete en el costado de babor, impulsado con vigor por un boga sentado de espaldas a la proa. Las líneas de pesca de fondo y superficie eran sencillas y la captura estaba constituida por huachinangos, jureles, agujones, cocineros; atrayendo a estas especies con hachones de ocote encendidos. A la vez, se practicaba el buceo cerca de las peñas, para completar la dieta a base de pescados y mariscos. Todavía por estas fechas los moradores de Puerto Ángel, combinaban la actividad de la pesca, con la siembra de maíz, calabaza y otras legumbres en las colinas circundantes, en épocas de temporal y auxiliados por coas y azadones.
La construcción de un muelle de madera en 1937 rehabilitado en 1952, y otro de concreto en 1955 reconstruido en 1997, tuvo por objeto facilitar el comercio del café, que marcó un período de bonanza en la vida de Puerto Ángel. Incentivado por inversionistas extranjeros y nacionales, el café colmó las laderas de la Sierra Sur, desde finales de los años veinte, hasta las postrimerías de los años cincuenta. Arreadas y más arreadas de mulas llenaron el muelle y hasta la playa de la zona de embarque con quintales del grano que llegó a ser llamado “oro vegetal”, por la importancia que representó en el comercio internacional, dónde Puerto Ángel jugó un papel destacado. Hasta el muelle sólo llegaban embarcaciones de mediano calado y, para abastecer las de gran calado, se utilizaban unos lanchones de madera con motor estacionario que hacían el trayecto de ida y vuelta más allá de la bocana del Puerto.
A principios de los sesenta, el comercio del café llegó a su fin. Inicia el despegue de la actividad pesquera que, gradualmente, se va consolidando con la captura y comercialización de la tortuga y el tiburón. Para estas fechas, ya se habían introducido una buena cantidad de embarcaciones del tipo “Sena” (la primera en 1965 aproximadamente) con motor fuera de borda, así se intensificó la pesca del barrilete y el atún. El uso del curricán se volvió un recurso muy característico de Puerto Ángel; nos estamos refiriendo a un accesorio de hueso, madera o metal, que funciona como señuelo para algunas especies de superficie como el dorado, la sierra, el barrilete y el atún; tiene forma de cuchara alargada en donde se fija un anzuelo de tamaño adecuado, arrastrada con una cuerda de aproximadamente diez brazas de longitud. Este tipo de pesca permitió, entre otras cosas, la elaboración abundante de dos platillos muy nuestros, el escabeche y el ceviche.
La siguiente década, los años setenta, inicia con la captura e industrialización de la tortuga y, al final, la de tiburón, con la incorporación de redes agalleras y cimbras o palangres. Para estas fechas ya se encuentra establecida en la comunidad una planta procesadora de productos pesqueros y constituidas las cooperativas de pesca ribereña “Puerto Ángel” “Reforma Portuaria” y “Coyula” entre otras. También, en 1972, se establece la Escuela Técnica Pesquera, con una oferta de servicios de internado para adolescentes de la Comunidad y de otras, incluso muy distantes. Cabe mencionar aquí, que la Cooperativa Puerto Ángel, con barcos propios y arrendados, incursionó en la pesca del camarón, para lo que tuvieron que establecer una oficina en Salina Cruz con el propósito de coordinar a los pescadores que viajaban hasta allá a desempeñarse como patrones de pesca, motoristas, cocineros y marineros.
En los siguientes años, la pesca constituyó la actividad productiva principal para los moradores de Puerto Ángel, pero se le fue sumando la de prestación de servicios turísticos, con la aparición de hoteles y restaurantes que, hay que señalarlo, sin la contribución de la actividad pesquera no podrían sostener su oferta característica de alimentos a base de pescados y mariscos. La veda de la tortuga, y la desaparición de la Planta de Productos Pesqueros, afectaron el avance sostenido que venía experimentando la producción pesquera. A partir de la década de los noventa, la falta de un Proyecto para el re lanzamiento de Puerto Ángel, como un polo de desarrollo pesquero y turístico, impactó la economía de la Localidad y propició la emigración de una cantidad considerable de sus moradores hacia los territorios de la Unión Americana. Cabe hacer mención que en los últimos años, el gobierno estatal ha propuesto un Proyecto de Desarrollo para Puerto Ángel y comunidades aledañas, pero condicionadas a los riesgos de la privatización y la expropiación, para permitir el emplazamiento de una infraestructura que garantice la operatividad de la gran inversión.
Concluimos expresando que a Puerto Ángel no se le han retribuido, los innegables servicios que, durante décadas, ha prestado a la Región de la Costa y al Estado de Oaxaca. Primero como espacio que permitió el comercio del café, y después como proveedor constante de productos pesqueros. Somos un puerto de pescadores; aquí aparte de nuestras embarcaciones, navega el corazón de una esperanza en la expectativa de un futuro mejor para nuestros hijos. Ojalá las autoridades en turno, sean sensibles a la necesidad de dotar a Puerto Ángel de un proyecto que incluya a sus moradores; no reclamamos más que la infraestructura básica para llevar una vida digna, recursos que nos procuren la conservación y el procesamiento de nuestras capturas, apoyos para la adquisición de equipos y embarcaciones, adiestramiento para el uso de tecnología que nos permita una explotación racional de los productos del mar.
Hoy nuestro Puerto nos reclama unidad; debemos anteponer el bien común a las ambiciones personales desmedidas que han utilizado el potencial político de la comunidad como vil moneda de cambio para abrirse espacios de representación, desde dónde no han podido darle impulso a una iniciativa de progreso. Estamos llamados, los pescadores, a reivindicar el papel que Puerto Ángel ha jugado en la Historia, reconociendo lo que hemos sido, lo que somos y lo que seremos, como un acto de conciencia, como un ejercicio de compromiso y voluntad.



No hay comentarios.: