3.8.11

¿Quo vadis Guelaguetza?

Hablo de lo que sé. Las comunidades oaxaqueñas practican, desde tiempos ancestrales, formas sociales de colaboración. Se comparten comidas, trabajo, festejos, duelos y hasta la pobreza y la bonanza. Por estos días, hemos escuchado voces que desacreditan y descalifican a La Guelaguetza, como evento representativo de los oaxaqueños; pero, a decir verdad, se nota displicencia y superficialidad en estos alegatos. Porque no aclaran si se refieren a la parafernalia en que derivó la celebración de esta fiesta en la capital del estado, o si no dan por válido el argumento que sustenta la autenticidad de nuestras tradiciones. Dice Don José Alfredo que las ciudades destruyen las costumbres, acotaría que las ciudades destruyen a los hombres. Uno, irredento campirano, aún tiene noción de los ciclos de la naturaleza y de las bondades de la convivencia humana, que nos faculta para expresar reconocimiento y solidaridad con las necesidades del prójimo. A oídos sensibles, es posible que este argumento, marque una pauta para retomar la Guelaguetza como lo que realmente debe ser, participación comunitaria sin intenciones de exhibición, intercambio de productos en un afán solidario. Estaríamos en la disposición de llevarles cocos, pescado, caña, maíz, para que nos correspondieran con mejores caminos y escuelas, hasta bailaríamos sin necesidad de aparatosas coreografías; un baile de pueblo, pues, con el Mar Azul o la banda de Álvaro Monterrubio. Respecto a la exhibición de bailes y danzas, apuntamos que son un hecho legítimo como manifestación artística; aparte, despiertan el interés de propios y extraños, que cada vez son menos extraños, por las bondades de la globalización. Nos consta el tiempo y esfuerzo que invierten maestros y danzantes en la preparación de escenografías y coreografías para tal fin. Luego, para mostrar estos trabajos, es importante abrir los foros requeridos, a nivel local, regional y estatal, incentivando la creatividad de quienes participan en ellos. Vamos bien, este año se tomó en cuenta a otras representaciones, acción que le da sentido de inclusión a la Guelaguetza del Cerro del Fortín y los maestros compartieron gratuitamente su Guelaguetza en los predios del campo deportivo del Tecnológico de Oaxaca. Ojalá esto nos permita navegar hacia la concordia y la unión como oaxaqueños, sin abandonar nuestras legítimas y propias convicciones políticas. Enseñarnos a no incurrir en la disputa estéril por la razón de cada quién y cada cual, sería también muy útil.


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