17.11.06

AIMÉ CÉSAIRE


El arbol ingente de la poesía, protege pero no da sombra. Por él, el lenguaje se ramifica con el sabor de las frutas, el canto de las flores y el color de los pájaros. La construcción poética en los grandes autores, es personal aunque la abonen influencias y tendencias. El reto es mantener un compromiso con la tradición, aún navegando las aguas procelosas del pensamiento en boga. Césaire nos dice eso y más con su poesía imbricada, difícil y solemne. Asfódelos, guindalezas, torrotitos, boyas ciegas, campanas de niebla, reposan en el sollado del buque en el que Aimé emprende el retorno a Africa, en su caso a La Martinica, un corazón expandido, atlántico y caribe. Todos pasamos por su duermevela, todos llevamos bajo el brazo su cuaderno de un retorno al país natal.

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