14.11.06

APPO


Que si pleonásmica, que sí violenta o transguesora o runfla de rufianes como dijo el sesudo Carlos Marín, ahí está una muestra del pueblo de Oaxaca revelando su convicción histórica y su destino. En estos lares hemos sido siempre dos grupos: los madreados y los madreadores, los aprovechados y los relegados; como no van a manifestarse esas diferencias ancestrales en momentos tan críticos. El descaro de los políticos en Oaxaca es ofensivo: suntuosas residencias, autos lujosísimos, despilfarro de recursos en francachelas y parafernalias. La herencia maldita del poder por una parte; por la otra, el oprobio y el olvido. Son estos elementos en conjunto los que detonan la bomba social cuyos efectos, ahora, son difíciles de predecir. Más aún cuando los factores que aceleraron el paso de la historia se precipitarán en una espiral poderosa e irreversible. Tio Ulises seguirá actuando como cacique sangriento, no conoce otro método, el descaro y el cinismo son su complemento; un recurso ad hoc que será aprovechado por la derecha para naturalizar su método. Veremos actuar a esta oprobiosa falange sobre el tinglado de la simulación condecorando a los rudos, los que garrotean el estado de derecho para hacerlo válido. No causa desdoro seguir en el bando de los madreados, ahí estuvieron nuestros ancestros defendiendo sus convicciones, compartiendo esperanzas. Algunos cayeron abatidos por las balas cobardes o el puñal agazapado, de los esbirros de esa pandilla que ahora nos vuelve a agredir. Nuestro saldo es de dieciseis vidas segadas por la infamia, no estamos dispuestos a aportar una más, la rueda de la historia tiene que empezar a girar en sentido contrario.

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