23.8.07
Guarumbo.
Señoras y señores:
Este es el guarumbo, heraldo de la montaña, misionero de sus verdes doctrinas. Helo aquí en todo su esplendor, vitoreando los cálidos registros del aire marino, que llega hasta él como una mínima exhalación. Los ojos de mi padre lo merodean, para conocerle sus manos serranas; sus manos, para dibujarle ojos de nube. Yo a mi padre lo veo remontando estas altas veredas, incansable, convencido de que su misión en la tierra es el trabajo. Se forjo de piedra en los duros jornales de la finca, para su labor no hubo tregua. Hoy la lluvia me devuelve su memoria íntegra, sus diálogos con la montaña fraguando lo eterno. Mi padre un día se fue para no volver, el guarumbo lo sabe, por eso se yergue invicto en el abra de la serranía para blindar los arrestos de mi afecto inabarcable. El, como mi padre, escrutaron mi pasión y mi destino.
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