3.11.08
Alta abuela Ignacia
Huelo en esta noche a tamo de maíz, Ignacia.
Se me pegó ese olor campesino allá en la estancia del Jordán, recuerdas?
La noche, azul, estrellada. La paz del almendro, el maná de nuestra pobreza. Ignacia.
Y tu alma incrustando en la mía, las cuentas de oro que me permiten sobrevivirte.
Gracias, alta abuela Ignacia, por el rumor de tus ojos que hoy bajan a mirarme desde el infinito.
Y me acarician con una dulzura de grillos al canto.
Ahora entiendo tu silencio,
Que solo es una prolongación de aquellas jornadas
Donde nos enseñaste a vencer la fatiga
Con un poco más de esfuerzo.
Ahora vuelves cerniendo
Las barcinas que teje el recuerdo,
Y yo, que huelo a tamo de maíz,
Celebro contigo
Esta forma de sobrevivencia.
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